martes, 31 de marzo de 2009

Neoliberalismo en la sala

Existen ciertos factores para ser un participante del progreso en la educación universitaria; primero ser un humano considerado estable económicamente, con esto ya tienes ganado el cuarenta por ciento del camino a tu prospero futuro. Segundo, que de tu boca salga ese apasionado discurso por la vocación, donde pretendas devastar toda fuerza opositora a la democracia. Tercero, tener tolerancia para poder soportar todos los concejos de tus compañeros que llevan más de un año universitario; que el primer año es puro carrete, que es típico en primer año, que si te gusto la carrera, ah, y el cachay para todas las oraciones de sus conversaciones.
Con todas estas características estas listos para tu primer semestre universitario. Ya con las energías puestas en el estudio, pasamos a la sala. Lápiz y papel en mano, tomar apuntes, tomar apuntes y más apuntes. Si bien esto servirá de alguna manera para pruebas, exámenes y toda evaluación futura, hay que darle el mismo énfasis al personaje que tomaras en la clases; el que trata de dar su punto de vista a cada momento, con anécdotas, libros leídos o simples debates, pero que al final no dice más de lo que podremos ver a las nueve de la tarde, en el noticiario del canal chilevisión. O podrías ser el que hace notar que no sabe mucho, pero que quiere saber todo, con preguntas como- ¿qué fue lo último que dijo profesor?- y que al final de la clase, cuando ya todos se van, algo tiene que decirle al docente. Existen muchos más; el bromista, que ataca todo momento el aburrimiento, el protesta, que no dejara pasar oportunidad para desmoronar la clase, suponiendo tener siempre la razón fuera de la sala, o si prefieres podrías pasearte con un gordo libro por toda la universidad.
La idea es descubrir la maña del profesor, la manera de sobrevivir a la batalla de salvar como sea el ramo, ya que podrías vivir la experiencia de estudiar toda una noche para dar la prueba a tus conocimientos adquiridos, que el profesor nos otorga con tanta pasión, tanta vocación, para que a la hora de evaluar se pase por el culo una buena respuesta, abogando a que no hay participación en la clase de parte del alumno, o cualquier escusa que escucharas más de una vez, y que extrañamente las mejores notas se las llevan los modelitos, los símbolos del alumno universitario, los loritos de jaula. Aunque hay excepciones de parte de algunos profesores, que si llevan puesta la camiseta del agrado de enseñar y cuando no lo sea, no se verá reflejado en nuestras calificaciones. No me siento agradecido de esto, es nuestro derecho como alumno. No soy el mejor, ni siquiera entro en alguna categoría, pero soy lo suficiente coherente para notar las irregularidades. Ya me han cerrado las puertas, tan solo por no corresponder económicamente al compromiso monetario. Donde están los valores que hacen notar en cada discurso; que el cardenal, sentimiento salesiano. Pero de que me sirven, si no los siento comprometidos con la causa. Acaso debo simular lo que no soy para satisfacer el ego de otros. Bueno yo dije no y ahora veo consecuencias.
Deben crear una verdadera alternativa, una posición estable, no queremos que cada verano se muestre una imagen de la mejor posibilidad universitaria. Están más preocupados de acaparar postulantes, estatus, hipocresía capital, y se olvidan de ejercer el fundamento del por qué elegir esta universidad.
Creo que un buen comienzo para el cambio, seria admitir que la educación es un mercado, y como tal advertirnos del meollo en que nos adentramos. No nos llenen la cabeza de sueños, que ya tenemos bastantes, queremos coherencia, no a sin vergüenzas.

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