jueves, 10 de septiembre de 2009

Unas cuantas estrellas y una luna

Cuando se está creciendo a espaldas de no saber cómo es poder sujetarse de un par de nubes, y si se considera que están siendo no menos inertes al hacer el amor. Pareciera casi imposible el poder a travesar el final del día sin que el profundo espejo este rojo del humo; sabiendo que la sangre se expresa a más no poder en venas de pequeñas que quizás qué responsabilidad tendrán mañana. Una luna que está cada vez más alejada de sus estrellas, estrellas que no recordaran de madres ni padres. Ya no habrá, ni de hacer se volverá hablar, admitiendo que no somos más que química se comprende que todo lo que hicimos fueron rendijas que cometimos con nuestros dedos en espejos empañados. Quizás levantamos la cruz, pero por favor no vuelvas a decir no soy humano por olvidar las falsas esperanzas, es que cuando se lanzan los espasmos directos al cielo, no se pronuncian palabras de cordialidad, y tan solo por culpa de ese trueno que vino seguido de un falso y empalagoso silencio.
Así fue como nos fuimos sustentando de la nada, poniéndonos como la gran meta el todo. Lejos, fue una de las opciones que lanzo la estrella más encarnecida con mi salado cuerpo, la mentira, como método de importancia fue la Azaña de la hermana mas en huelga. Y así se fue marcando un sendero de desconsideraciones derramadas en unos cuantos baños a la pequeña que tan animal se veía. Indefensa de su tan pequeña voz, empujada por la sombra en desgracia y violada por no saber que pasa mas allá de las ruinas que rodean la cuna encaramada en una par de muñecas, tuertas y percudidas es el ejemplo de la poca importancia que se le dan a sus ahora tan poco anhelados sueños.
Unas cuantas estrellas y una luna nos dijimos en silencio. Quizás lo pensamos así por no sentir lo escueto del argumento de una madre que no se encuentra y un padre que se abandona. De hermanos que no se conocen y temen a verse desnudos. Si se camina sin despedirse no esperamos un reencuentro. Y ahora yo aquí. Ellos, nada.
Necesito extrañar, y no sé donde enseñan a sufrir. Al parecer hoy por hoy no se habla en mi corazón, necesito silencio enclaustrado en mis oídos, que me envuelvan de por vida en mi canción preferida. Un mundo más pequeño sería lo mejor, o quizás sin realidad seria menos absurdo que borrar de la mente los momentos en que caminas de gueto en gueto, para poder saborear los momentos menos humanos suponiendo que gracias a las metas tu vida tendrá un pecho más ancho que el del al lado. Es por eso que las estrellitas nacieron solas, la luna seguirá en el cielo haciendo presencia y la gran noche seguirá llorando detrás del enfermo lápiz. Enfermo, enfermo porque ya no sé escribir como antes.

Dedicado a mis tres pequeñas hermanas.

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