martes, 23 de diciembre de 2008

VERDE MILICo


12 años, un poco tarde para comenzar y aprender el hermoso arte de pedalear.
Bueno pues ya era hora...Como cada año de vacaciones de verano donde mi poco agraciada abuela, y como siempre con su eterno aroma a cebo, mezclado con sabor a tierra mojada, que solo lograba percibir al saludarla.....
Ya toda la tropa de primos, y eternos cadetes del calvario de sacarse un diente con ella en cada vacación, lo cual no era muy anhelado por nadie...brbrb,,,,y ese año fueron dos, - con yapa po' mijo, fue lo que dijo mi enorme anciana.

Ya con las molestias constantes de mis queridísimos primos, marcados presuntuosamente por su lindísimo y particular santiaguino -para ellos-. Tomo la decisión no decidida de tomar una bicicleta por las astas, bueno o por el manubrio. Me dirijo al tenebroso cuarto de "atrás"- me daba mucho miedo en ese entonces....- tomo una bicicleta de tono verde milico, completamente impregnada por el pasar del tiempo, oxidada y mas encima sin aire....uff!!. Esto se veía difícil.
Limpie lo mas que pude ese suave asiento, con un respaldo eterno, casi como estas motos de rockero…por qué no era cualquier bicicleta, era una bicicleta antigua, tan antigua que me daba vergüenza que me vieran montado sobre ella. Un extenso manubrio, ruedas aro 22, con un asiento para gente con trasero de niño aprendiz…
Ya!!! Me decía mi abuela…pedalee pedalee…por más que me esforzaba, el miedo a caer de rodillas y exponerme a ver mi roja sangre me descontrolaba -que ya conocía por otro evento poco fortuito que tuve al jugar cerca de madera con clavos…-Dos largos días demore en poder pedalear, con un manejo del equilibrio del espanto. Ah y de las rodillas peladas no me salve.
Eh comprendido que no es el cariño a la bicicleta del recuerdo lo que me hace tener ganas de ir mas deprisa a cada instante que comienzo algo nuevo, si no que el cariño es a mis rodillas raspadas por las numerosas caídas. En cada una de ellas me puse de pie, patee la bicicleta y volvía a montarla. Confrontando los problemas que me podrían hacer a cada instante, y nunca olvidar el error de tambalear…para recordar como sujetar el escuálido manubrio que se ha vuelto con lo oxidado de las largas y frías lluvias que paso abandonada. Ahora han pasado siete años y eh vuelto hacer las paces con ella, viaje hasta la casa de mis abuelos, tome cuan parte de ella aun servía, y la ice propia. Ya está completa, y se puede pedalear como en los viejos tiempos.
Solo se espera que llegue el próximo aprendiz y pierda el miedo a caer. Para aprender a levantarse orgulloso de sus rodillas rascuñadas...

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